EL ARTE INTOCABLE

EL ARTE INTOCABLE

 

Por:  Laura Páez

Gisela Palomino

Ángela Estévez 

RESUMEN

En el siguiente texto nos proponemos analizar de forma breve una parte esencial de la relación objeto artístico-sujeto, la dinámica relacional específica a tratar se sitúa como una de las que genera más afectaciones a los procesos artísticos y es la que da título a este artículo, el arte intocable. Como ya es sabido, el arte ha estado mediado por el sujeto creador o productor y por unos entes de validación que lo visibilizan y le permiten realizar el objetivo final de convertir un objeto creado, en objeto comunicador y por tanto en objeto artístico u obra de arte, completada gracias a la mirada del espectador, sin embargo esta mirada está regulada por los mismos espacios contenedores de arte que clasifican los tipos de mirada, generando así un distanciamiento físico, moral y social entre Sujeto y Obra.

Los procesos sociales de mediación y el arte mismo cambian constantemente creando espacios exclusivos para el arte; nacen así galerias, museos, intervenciones a cielo abierto y otros espacios itinerantes que se abrieron al público con la aspiración de que la visibilización del arte se “democratizara”, por supuesto ante la puesta en práctica de este ideal las respuestas de las poblaciones fueron diversas y el deseo inicial de estos espacio abiertos que surgieron buscando un alejamiento de las colecciones privadas de familias portentosas, se modificó creando paralelamente nuevos tipos de exclusividades y elites. Si bien es cierto que las apuestas artísticas actuales no están estrictamente validadas por espacios determinados, existen en todas ellas desde el momento mismo de la instalación, una sublimación, una especie de intocabilidad.

Palabras Clave: Arte, Objeto artístico, Espectador, Intocabilidad.

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.IMAGINARIOS SOCIALES RESPECTO AL OBJETO ARTÍSTICO

La barrera de lo invisible

 

«¿Por qué, en los museos, está prohibido tocar las esculturas? ¿No es la escultura, acaso (al menos en su forma clásica) una forma estética que –porque tiene una dimensión voluminosa, porque ocupa un lugar concreto en el espacio, porque está hecha con una textura material que puede ser suave o áspera, fría o cálida, etcétera – compromete al sentido del tacto al menos tanto como al de la vista? Cualquier guardián de museo nos dirá: Bueno, pero si todo el mundo la toca, la acaricia, la patea, terminará gastándose, deteriorándose. Pero, pero: ese es, en todo caso, un problema práctico, no de principios estéticos, filosóficos o lo que fuere. Y además: si se “gasta”, ¿qué? Si pierde, incluso, parte de su “materia” ¿qué? ¿No sería esa “pérdida” parte de la “experiencia histórica” de la obra? (…) Nada hay de “natural” en esa obsesión conservacionista (…) ¿Deben, necesariamente, restaurarse las obras de arte, o su “deterioro” multisecular es un componente de su “recepción” actual (es decir, para permanecer benjaminianos, de su aura?»

Eduardo Grüner(2007) “El espíritu de lo real”, en Conjetural. Revista Psicoanalítica,  No. 47, Buenos Aires, p.43-55

 

En el imaginario social lo que está denominado como arte presenta un hermetismo no solo en el sentido material, lo presenta también social, moral y jurídicamente. Ante esto han surgido nuevas respuestas que buscan romper esa barrera invisible entre el objeto artístico y el espectador. El land art, el arte relacional, las instalaciones que exigen al espectador entrar en la obra para contemplarla y entenderla, logran desdibujar las limitaciones de obras artísticas concebidas bajo el ideal de lo sublime y distanciado, pese a esto  la mayoría de estas dinámicas resultan complejas y han desembocado en el instruccionismo.

Sin embargo  estos esfuerzos  que buscan romper con la  barrera de intocabilidad no han sido suficientes, pues  la obra de arte sigue siendo un objeto de culto estético,que se ve doblemente reforzada cuando está situada dentro del museo. Este  la convierte en un icono, le proporciona una suerte de sublimación que limita con lo sacro, pero que no es propiamente religiosa , sino la de un estatus  de prestigio y superioridad ante las demás ,generando paralelamente   en el espectador una serie de comportamientos ; como lo son  tomar  una distancia frente a la obra , una postura específica al observar , un tiempo determinado entre  cada una, que han ritualizado  la experiencia dentro del museo fortaleciendo la  barrera de lo invisible.

De igual forma este ideal  del “ arte intocable” ha causado diversas problemáticas ,debido a que no existe un límite claro entre lo visible y lo invisible  del objeto artístico. Un claro caso para ejemplificar esto es lo que sucedió en la universidad del Bosque en Bogotá en el 2011, cuando el joven John Villamil quien se encontraba en  segundo semestre de Artes Plásticas, realizó un performance en el ámbito de una clase y  murió en pleno acto . Es claro que una de las razones de este incidente  se  debió a que nadie fue capaz de intervenir en la “acción artística” ,  porque pensaron  que lo  estaba sucediendo  hacía  parte del objetivo de la obra.

Podemos  mencionar también  otro episodio  que causó gran revuelo, no solo en el ámbito artístico sino en el ámbito social y político, pues puso en tela de juicio la moral y la ética dentro de la obra artística.  Es el caso del artista Guillermo Vargas “Habacuc” ,quien realizó una instalación Managua en el 2007, donde exhibió  un perro callejero  al  cual mantuvo por varias horas  amarrado en una esquina de la galería, sin agua ni comida hasta que este  murió. La reacciones ante aquel acto tan cruel fueron numerosas , pero algo claro es que “Nadie llegó a liberar al perro ni le dio comida o llamó a la policía. Nadie hizo nada”. (Habacuc,2007)

Este tipo de casos retoman la ya bastante discutida cuestión sobre la responsabilidad del arte y el papel del espectador frente al objeto artístico. ¿Qué o quién determina los límites del espectador frente a la obra? ¿Existe tal límite? ¿Está dada la intocabilidad del arte por parte del espectador?

 

REFLEXIONES EN TORNO AL PAPEL DEL ESPECTADOR

En “Hordas Espectadoras” 1, disertación sobre el público, Manuel Delgado nos presenta las reflexiones de varios autores en torno al tema, dedicando buena parte al trabajo de Gabriel Tarde, Tarde postula dos grupos de espectadores, el de la opinión pública y el de la multitud. El primero conformado por “individuos responsables y con el discernimiento suficiente para evaluar aquello que se somete a su consideración”, y el segundo, correspondiente a la masa acrítica, “espectadores que renuncian a mantener entre sí la distancia moral y física que los distingue como individuos” (hordas).

Para el arte, el espectador ideal sería el del primer grupo, pero bajo el análisis de Tarde nos damos cuenta de las cualidades del segundo. La multitud ve de manera distorsionada, desde lo “fanático”, se caracteriza por su fuerza; esta “efervescencia colectiva” (término acuñado a Durkheim), es tomada como “ocasión excepcional de lucidez” por Mauss y Hubert, para quienes se desencadena una consciencia individual que acapara un mismo sentimiento e impulsa a la acción.Bajo este planteamiento podemos contrastar las respuestas de los casos mencionados anteriormente.

El público de galería es por lo general un público formado en el ámbito(perteneciente al primer grupo), uno capaz de emitir un juicio respecto a las obras a las que se enfrenta, pero al que su postura crítica o sus conocimientos sobre el arte,  no le bastan o no le permiten intervenir la acción artística. Por el contrario un público más “común”, menos cultivado en el campo pero de cierta forma más emotivo o sensible, tendría la capacidad de actuar ante una obra, primero bajo sus impulsos para luego hacerse consciente de la intención primera del artista. Pero, ¿verdaderamente cumple el arte con este objetivo, el de la producción de significado en un contexto específico?

“El arte moderno también significa una producción destinada a cambiar o al menos a intervenir en la realidad social. Muralistas, arquitectos, urbanistas, diseñadores, cineastas, fotógrafos, artistas de variados géneros han sido sus forjadores. La relación entre el público y esa visión artística ha dado como fruto el espectáculo moderno. Si el arte era revolucionario en el origen de la «vanguardia», hoy es la industria estándar.”

-Murcia, Centro Párraga, Cendeac y Elèctrica Produccions. 2008. -Jorge Luis Marzo (2008)  

Pese a los esfuerzos de los artistas por incluir al espectador en el ejercicio artístico activando su percepción y sentido crítico, se evidencia aún la brecha existente entre los mismos, favoreciendo el “status quo” de la intocabilidad del arte que no permite una comunicación real e imposibilita el desarrollo de una consciencia sensible frente a ella. Pero no es acaso esa percepción de la obra de arte como divina e intocable la que refuerza el ideal de lo que se concibe o no como  “objeto artístico ”.

 

Referencias

Murcia, Centro Párraga, Cendeac y Elèctrica Produccions. 2008. Querido público. El espectador ante la participación: jugadores, usuarios, prosumers y fans. / Manuel Delgado. Hordas Espectadoras. Fans, hooligans y otras formas de audiencia en turba. / Jorge Luis Marzo. Se sospecha de su participación. El espectador de la vanguardia .

SILVIA COLOMÉ. (2009). ¿Por qué el arte de destruye?. 2017, de La vanguardia Sitio web: https://notocarporfavor.wordpress.com/2015/09/01/por-que-se-destruye-el-arte/

Carlos Salazar . (2007). El perro de habacuc . 2017, de Esfera Pública Sitio web: http://esferapublica.org/nfblog/el-perro-de-habacuc/

Jorge Marzo y Arturo Rodríguez. (2013). NO TOCAR, POR FAVOR. EL MUSEO COMO INCIDENTE . 2017, de NO TOCAR, POR FAVOR / DO NOT TOUCH, PLEASE Sitio web: https://notocarporfavor.wordpress.com/2013/08/07/no-tocar-por-favor-ya-en-formato-de-libro/

Murcia, Centro Párraga, Cendeac y Elèctrica Produccions. 2008. Querido público. El espectador ante la participación: jugadores, usuarios, prosumers y fans

http://www.ub.edu/procol/sites/default/files/querido_pu%CC%81blico_on_line_0.pdf

http://www.nativa.cat/2013/01/por-que-en-los-museos-esta-prohibido-tocar-las-esculturas/Tomado 27 de Mayo 2017

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